domingo, 4 de octubre de 2009

LAS QUEJAS DE LA LUNA


Amanecía y las gotas de rocío empezaban a formarse sobre los pétalos de las flores y las hojitas de las plantas; entre tanto, la luna se quejaba ante Sirio, el milenario anciano con alma y cuerpo de niño.

- Yo, decía, trabajo de día y de noche, pero la gente solo me recuerda por mi brillante traje de noche. Amo la tierra y le brindo delicado amor de madre; cuando respiro, la savia se anima y asciende por los tallos de las plantas y cuando suspiro, los enamorados se dicen palabras tiernas y hermosas. A veces lloro cuando los hombres se equivocan y derramo lágrimas que se convierten en la lluvia que hace fértiles los campos. Soy la mejor testigo de promesas de amor y de anillos rotos. Muchos creen que soy fría, pero, ¿acaso no es cálido el amor de madre? Me hacen responsable de la oscuridad desconociendo que catorce días bailo a plena luz del día y hasta quieren encerrarme afirmando que mi casa es la noche y tu sabes que no es así… Me gusta salir a pasear por el vecindario estelar con mi hija, la tierra, y hay que ver que tan buena pareja somos cuando bailamos en el cosmos con el ritmo de estrellas, cometas y tamboras. Si, amo la tierra y ella me manda miles de besos que viajan en las crestas de las olas.

- ¿Entonces de que te quejas, anciana luna?

- Es que todo el mundo cree que soy fría, sin sentimientos y ajena al dolor del mundo.

- Ah, no les pongas atención, ellos solo ven lo que quieren ver, respondió Sirio.


Escrito por Dabenba, octubre 4 de 2009

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